jueves, 13 de noviembre de 2014

¡AY PAPA! LO QUE VIENE ES JOROPO: Habla Luis Vicente León

 ¿Cuál es la expectativa de inflación en Venezuela para 2015?

LUIS VICENTE LEON
La situación económica venezolana se complica exponencialmente cuando se une un desequilibrio causado por la aplicación de un modelo de control ineficiente (que desató inflación y desabastecimiento teniendo altos precios del petróleo), sumado a una caída del precio del petróleo que viene a complicar las cuentas fiscales de la Nación.

Es como si estuvieras enfermo de dengue en la cama y te picara un mosquito con Chicungunya… pero, además, resulta que la medicina para cada enfermedad está contraindicada para la otra.
Es evidente que el margen de maniobra del gobierno para mantener la estrategia del statu quo, sin asumir el reto de ajustar la economía (con todos los costos políticos que están involucrados y son inevitables), está prácticamente destruido. Las acciones encubiertas de control de daños que han aplicado no son suficientes y la presión para “hacer algo” será gigante. Así que pueden irse por una estrategia de ajuste sin anuncios más agresivo que el visto hasta ahora. Aunque la reacción natural que se esperaría sería liberar el tema cambiario para las empresas productoras privadas del sector petrolero y eliminar los nudos que impiden que 11 de los 12 convenios de producción petrolera mixta estén funcionando hoy. Y el gobierno sabe que la OPEP no los acompañará en una estrategia de reducción de la producción (por el interés saudí de evitar inversiones en EE.UU.), así que no le queda más remedio que aumentar la producción interna para compensar algo de los ingresos caídos por el descenso del precio.

El problema es que esto ni es rápido ni es suficiente.

La segunda opción de discusión seria ir a default de deuda externa y tratar de cubrir su hueco con la plata que requiere para pagar los vencimientos de su deuda. El problema es que un default de Venezuela sólo se traduciría en un desastre interno todavía peor, pues el país ni produce suficiente internamente para vivir (quedaría aislado) ni podría evitar que el mundo entero fuera contra sus activos externos (barcos de petróleo, cuentas por cobrar, refinerías, etcétera), algo que colapsaría el sistema, dejando en evidencia el falso dilema de comida o deuda, porque sin pagar la deuda, por definición, no habrá comida.

Este contexto sólo les dejaría la opción de hacer los ajustes dentro del pentágono de acción tradicional:

1. Devaluar la moneda, para cerrar el déficit y bajar la demanda de divisas.
2. Aumentar el precio de la gasolina, para eliminar un desagüe de recursos de casi 10 billones de dolares.
3. Reducir los apoyos internacionales con el objetivo de bajar el gasto.
4. Vender algunos activos externos, como una medida cortoplacista pero muy útil para cubrir el hueco fiscal.
5. Reducción del déficit controlando la ineficiencia del Estado, producida por el incremento descomunal de empleados que sostiene y por el crecimiento de importaciones públicas, las cuales ya son 4 veces más ineficientes que las del sector privado y explotan la demanda de divisas, con ineficiencia y corrupción.

La única otra opción sería radicalizar el modelo. Comunicar la economía y controlar todos los factores de producción, pero no a través de expropiaciones sino del control total de las importaciones. En resumen: que en definitiva toman el control empírico de las empresas. Todo esto bajo la tesis de que si el Estado lo controla, puede vender en bolívares al precio que quiera, sin que el tipo de cambio sea un valor relevante. Y por supuesto que ésa es una tesis primitiva y probadamente ineficiente, pero que tiene un asidero ideológico en los radicales del oficialismo (y en quienes hacen negocios directos con la distorsión que eso genera).

El tema es que en cualquiera de esos escenarios la inflación en 2015 será muy elevada en 2015.

Si el gobierno escoge la acción “menos mala” de las descritas (e incluso si aplicará la mejor posible), luego de tantos años de rezago en las medidas será imposible evitar ajustes severos de los precios para poder garantizar abastecimiento. Y esto no se refiere a inflación continua, pues sabemos que este modelo tendería a estabilizar los precios en el mediano plazo. Mientras que, por otra parte, la devaluación cerraría el déficit de PDVSA y el financiamiento inorgánico del Banco Central de Venezuela (ese gran motor de la inflación) se desaceleraría, con lo que existirían compensadores que hacen prever que los aumentos serán menos que los proporcionales a la devaluación. Pero sin duda el mercado tendría ajustes de tres dígitos que, por lo menos para un año, serían una proyección muy probable.

Pero si el gobierno escoge la otra opción, la de la radicalización, es posible que la data de inflación pueda verse en números inferiores en corto plazo, pero no por factores reales sino por excesos de control. El problema inicial estará, entonces, en la escasez y el desabastecimiento, que sin duda explotarán de una manera que hará palidecer a lo que se vive en este momento. Y ya sabemos que en un mercado con estas características se conseguirán productos a precios regulados entregados por el gobierno (que serán los que usarán para calcular inflación), pero que no estarán flexibles en el mercado. Y eso llevará a grandes colas y escasez (que se considera inflación infinita) y, finalmente, a la necesidad de abastecimiento en el mercado negro a precios muy superiores a los que se llegaría en el otro escenario.

Algo más: no se trata de una inflación que veremos publicada por el Banco Central de Venezuela. Incluso es posible que el BCV finalmente prefiera eliminar el indicador. Pero el impacto real de los precios y la escasez de este escenario no sólo es mucho peor (ya en los tres dígitos claramente), sino además permanente y de tendencia negativa. Así las cosas.

LUIS VICENTE LEÓN / Presidente de Datanálisis

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